Timbre 4 pasó de ser ese pequeño PH de Boedo, a dar la vuelta y convertirse en una amplia sala con bar incluido. Garrick, por su parte, se aloja en Caballito y se propone como un emprendimiento de un grupo humano que aborda las industrias creativas con herramientas de gestión.
Los dos espacios tienen motivaciones diferentes, porque sus integrantes vienen de distintas ramas de la cultura. En el primer caso, el equipo a cargo está íntegramente conformado por actores, directores y docentes: Claudio Tolcachir, Lautaro Perotti, Tamara Kiper, Maxime Seuge, Jonathan Zak, Diego Faturos y un equipo que lleva adelante la sala día a día con amor, dedicación y responsabilidad, porque, además de proyectarse como sala, su germen inicial y actual, tiene en la pedagogía teatral su fundamento de ser. En el segundo caso, el camino que los llevó a abrir este espacio fue meditado: “No podíamos pensar en proyecto alguno sin antes identificar y definir en forma conjunta cuál era nuestra forma de pensar las expresiones artísticas y la cultura”. Garrick, está conformado por trabajadores profesionales con experiencia en las diferentes área del arte, la cultura, la comunicación y la empresa. En sus principios tampoco se despegan de la capacitación interna y externa, como una necesidad intrínseca y, según ellos, un concepto innovador en la utilización de herramientas de gestión, administración, metodologías de desarrollo, etc. En este nuevo espacio los roles están bien definidos: Dan Gak en la administración, Marcelo Gak en Producción y Dirección artística, Ezequiel Molina en la coordinación de Programación y Dirección artística, Ana Martínez en la coordinación de Comunicación y Producción y Leonardo D´ Aiuto en la coordinación técnica general.
1-De Boedo a México, una gran vuelta
Pero vayamos por partes. Diego Faturos, actor, director e integrante de Timbre 4 nos cuenta la experiencia de la apertura de la sala el año pasado.
- Diego, ¿Por qué decidieron ampliarse?
-Así como en un momento necesitamos transformar la cocina del PH de Claudio Tolcachir en oficina y su habitación en boletería (¡por suerte el pudo recuperar esos ambientes prontamente!), necesitamos tener un espacio más para dar clases y ensayar nuestras obras. Esta situación sumada “a la especial convivencia” que teníamos con el vecino del PH 1, hizo que todo el grupo comenzara a realizar recorridas barriales en la búsqueda de un lugarcito. Nos metíamos en gimnasios, para ver si después de alguna clase de karate les interesaba tener algo de teatro, o preguntábamos en los salones de fiesta, porque quizá entre fiesta y fiesta infantil podíamos realizar algún ensayo. Un buen día, dando una vuelta manzana (en la misma de nuestro Timbre 4, sobre México, más precisamente en el 3554), apareció una fábrica de sillas que estaba cerrada desde hacía más de veinte años. Pedimos cita al instante. La primera vez que entramos fue increíble: nos imaginamos inmediatamente la sala armada, le gente retirando la entrada y el bar sacando cafés con leche. El lugar era perfecto. Encima lo que ahora son los camarines linda con la pared trasera de Timbre 4 Boedo. Para comprobar si eso era cierto, mientras distraíamos la atención del agente inmobiliario que nos mostraba el lugar, llamamos por teléfono a Inés, que estaba dando clases a la vuelta, y empezamos a golpear la pared con un cascote para ver si ella escuchaba los golpes. ¡Y sí! ¡Eureka! Los terrenos estaban pegaditos uno al lado del otro. Salimos enamorados del lugar. Al cabo de unos meses y con voluntades de adentro y de afuera, pudimos comprar la antigua fábrica y echar a andar el sueño. Pasaron unos 18 meses desde ese momento hasta que "Méjico", como cariñosamente le decimos nosotros, vio la luz.
-¿Cómo pensaron este nuevo espacio a diferencia del anterior?
-Al principio imaginamos un bar de dos pisos, con terraza y ascensor. Después fuimos bajando y llegamos a lo que tenemos hoy. Nos dimos cuenta de que queríamos mantener el espíritu que nos proponía el espacio mismo, el espacio de una fábrica. Lo pensamos, lo fantaseamos, tratando de usar el sentido común, para llegar a la posibilidad de armar un teatro a nuestro gusto. Estamos felices con el bar, los camarines, el foyer, el aula de arriba, nuestra oficina de producción, los baños y, sobre todo, ¡la ducha en los camarines!
-¿Cómo fue el proceso de modificar ese espacio? ¿Esto trajo aparejado un cambio en el vínculo con el público?
-Por suerte no hubo que hacer grandes modificaciones. El local a la calle de venta de muebles se transformó naturalmente en el bar, los baños (modificados y adaptados) están prácticamente en el mismo lugar. El depósito de telas se convirtió en los camarines. El lugar destinado a la producción de sillas es ahora otro lugar de producción y la sala de teatro. Claro está que tuvimos que poner todo a nuevo: cañerías, instalaciones de gas y luz, techos, etc. Hicimos un aula nueva y lamentablemente tiramos abajo una balconada hermosa, alta fuente de inspiración, porque nos quitaba altura para la parrilla de luces y porque las columnas que la sostenían impedían una visión plena de la sala. Una vez terminada la adaptación edilicia venía la mejor parte: ¡había que montar un teatro! Fue otra de las tantas etapas: pensar la platea, la parrilla de luces, el sistema de refrigeración, etc. Nuestra idea es comunicar los dos lugares lo antes posible. Unificar la entrada al teatro por la calle México. Seguramente el público está más cómodo esperando en el bar o apreciando la muestra de fotos en el foyer, pero también debe de extrañar entrar en silencio por el pasillo y tocar el timbre 4. El espíritu es el mismo, eso no cambió.
-¿Cómo fue el pasaje de una puesta de Coleman en el PH chorizo al galpón con techos altos? ¿Cómo lo vive el grupo? ¿Viajar con la obra por todo el mundo les sirvió para pensar en este cambio?
-Lo que sucede con Coleman no nos deja de sorprender. Después de dos años de no hacer funciones en Buenos Aires (cosa que extrañábamos mucho) volvimos con cinco funciones semanales en una sala cuatro veces más grande y la respuesta es increíble. El 6 de agosto cumplimos 5 años desde el estreno, casi ininterrumpidos, habiendo hecho más de 800 funciones. La pasamos muy bien juntos y nos divertimos mucho haciendo las funciones. El pasaje a una sala grande no fue tan traumático, quizá porque en gira hemos estado en salas de 100 personas y en teatros como el Solís de Montevideo para 1000 espectadores. Tiene un sabor especial inaugurar la nueva sala haciendo Coleman. Es un sueño, un vértigo y un placer enorme.
-¿Qué vínculo tienen con el barrio y con el público en general?
-Nos gusta mucho el barrio. La gente es muy cálida y gusta de la idea de que haya un teatro nuevo en la zona. De hecho, el día de la inauguración fuimos tocando el timbre a los vecinos de la cuadra para invitarlos y todos celebraban la inauguración. El público que viene a Timbre es muy amplio, tanto como la gente que viene a tomar clases. Además de tener clases para chicos y adolescentes, los grupos de adultos son muy heterogéneos: gente de 18 a 70 años. Y nos gusta que sea así, que predomine un espíritu lúdico y enérgico. Y el público que nos visita también es diverso. Vienen señoras muy elegantes los domingos a las siete de la tarde, jóvenes estudiantes el sábado a las once y cuarto, y señores que compraron la entrada con tarjeta de crédito. Me parece, también, que las obras, al no estar enmarcadas en un determinado género a priori, hacen que el material resuene en cada espectador tal como le conmueva. Eso hace que nos visite gente de todos lados.
-¿Qué criterio de programación pensaron para Timbre 4?
- Timbre 4 es y será siempre un lugar de experimentación. La libertad de tener una sala propia hace que podamos ensayar las obras el tiempo que creamos necesario y darles el tiempo adecuado para que se desarrollen. Nunca buscamos tener un teatro. Se dio, ante la necesidad de una libertad. Por suerte ahora tenemos la posibilidad de abrir el espectro, al tener dos salas, y recibir otras compañías, tanto de aquí como del exterior. Ya nos visitó una compañía española cuyo trabajo vimos en la gira. Nos gustó y la invitamos. Vino una compañía uruguaya y quizá también otra chilena. Este año tenemos un proyecto en conjunto con el teatro Rond Point, de París. Nos gusta el intercambio y el cruce de experiencias: ciclos de tango, jazz y obras de danza. Y nos interesa darle lugar a nuevos autores y directores, ex alumnos nuestros que hacen sus primeras experiencias y está buenísimo que puedan hacerlo en Timbre 4. Es fascinante ver la cantidad de obras que se estrenan y la cantidad de colegas que montan, dirigen, producen, escriben y actúan sus proyectos, y a la vez el público disfruta yendo a ver teatro independiente. No me sorprende, entonces, que a 10 años de la crisis, estemos empezando a mirar adelante y construir, literalmente, nuevos espacios.
2- Teatro y gestión cultural
Ezequiel Molina y el equipo de Garrick parten de la identificación de diversos problemas de un panorama teatral no sólo de Buenos Aires, sino del país y desde ese lugar piensan perspectivas/proyectos que modifiquen la realidad cultural imperante.
-¿Qué identificaron?
-Informalidad en todos los estamentos de la industria cultural. Poca difusión de los artistas del interior del país. Saturación de los espacios destinados a presentar obras artísticas por la gran cantidad de propuestas y el formato de programación centralizada. Lugares poco o nada preparados para la presentación de obras en forma profesional, tanto para el artista como para su público. Incomunicación y poco respeto entre los diferentes actores de la industria. Pérdida de capacidades a partir de la desorganización de producción. Inercia y rutina de las propuestas. Falta de riesgo por parte del artista. Creencia de que la formación y capacitación no es algo de todos los días. Falta de asociación entre las partes. Desinterés de generar industria cultural. Beneficios para un campo cultural cerrado y elitista.
-¿Por qué decidieron montar este espacio?
-Nuestro proyecto supera la actividad teatral. Nuestro equipo está conformado no sólo por hacedores de teatro. Es el proyecto de Garrick el que gestiona, entre otras cosas, nuestra sala de espectáculos. Es por eso que el pensamiento de gestionar un espacio propio no nació solamente de la necesidad de no trabajar en el espacio de otros, sino en proponer un cambio de paradigma en lo que a la producción de espectáculos de teatro y otros lenguajes refiere. La necesidad no era simplemente de carácter espacial, sino de carácter gestivo. Para referirnos especialmente al área de teatro, en el largo año de armado del proyecto y marco ideológico de funcionamiento, tuvimos en cuenta varios aspectos antes de decidir qué tipo de reforma haríamos en el edificio donde hoy funciona Garrick. Dicho trabajo implicó un análisis de mercado de las salas oficiales, comerciales y no oficiales que están en funcionamiento en este momento en la Ciudad de Buenos Aires, el cual incluyó ubicación, comodidades, tipos de espectador/consumidor, infraestructura, accesos, servicios adicionales y costos de entradas, entre otras variantes. Por otra parte, la experiencia del área de teatro de Garrick, junto con la experiencia industrial del área administrativa y en conjunción con la experiencia de producción de nuestros integrantes, hizo que el trabajo con ingenieros y arquitectos fuera diaria, intensa, de manera tal que las necesidades de comodidad y funcionamiento para los hacedores, público y todo el que trabajara en Garrick fuera una experiencia placentera, nutritiva, de aprendizaje, extracotidiana, renovadora y proyectiva.
-¿Por qué se alojaron en Caballito?
-El espacio remodelado perteneció a un familiar del grupo. A partir de esta oportunidad, se comenzó a diseñar y a dar cuerpo al proyecto de gestión, lo que devino en la obtención del capital necesario para el trabajo de remodelación y equipamiento de Garrick.
- ¿Cómo fue el proceso de habilitación?
-Garrick hoy está habilitado. El proceso fue duro, intenso, traumático e ineficiente por parte de los entes encargados de tal fin. Pero la habilitación de Garrick es nuestro primer éxito de gestión. Nos mantuvimos en lucha permanente frente a nuestras convicciones ideológicas y desde allí hicimos batalla, siempre dentro del marco de la ley. El espacio fue pensado, diseñado y puesto en marcha con la ley de habilitaciones en mano. Eso es inevitable de reconocer si uno recorre nuestra sala. Pero sabemos que siempre hay otras dificultades que superan el hecho de hacer todo como se debe. Y es frente a ellas en donde nosotros decidimos políticamente no negociar, no tomar atajo alguno. Creímos que el proyecto, desde lo ideológico y lo edilicio, fue siempre superior a cualquier negociación espuria. Hemos logrado una habilitación sin tractos abreviados y eso fue debido a que nuestro trabajo y proyectos llegaron a superar cualquier estructura preestablecida que pudiera ir en contra de tal logro. Eso es un capital valiosísimo ganado para Garrick y para nuestra sociedad.
-¿Se plantea como un espacio off o cómo lo encuadrarían?
- ¿Es off? ¿Off de qué? ¿Off Corrientes? ¿Off Abasto? ¿Off Palermo? El teatro no comercial y no oficial es off para el resto de la gente común. Existe para muchos, pero para muchísimos otros no. Primero logremos llevarlos a ellos al teatro y que quieran volver. Luego ocupémonos de ponerle nombre a eso. Esto es un espacio de gestión cultural integral. Podemos tener actividades off, actividades que den rédito comercial y podremos, en otros casos, participar de alguna actividad artística oficial, obviamente siempre evaluando en cada proyecto y en cada instancia la calidad y el alcance social de lo que estemos programando. Tampoco dejamos, por ello, de lado que Garrick sea un espacio de investigación, ya que justamente existe en nuestro seno la disposición y el espacio para eso. Lo importante es tener en claro cuándo un producto es de investigación y cuándo es un espectáculo concertado. Conocer esa diferencia hace menos engañoso y más accesible nuestra labor, desde las pretensiones de difusión y concurrencia hasta la posición que el artista y la sala tomen frente a la producción. No nos interesa el rótulo Off. No nos da ni nos quita prestigio en el trabajo que proponemos, ya que éste es siempre elaborado, profesional y de nivel.
-¿Cómo se vinculan con el público?
-En primera instancia cabe destacar que Garrick no es un teatro. El proyecto de Garrick gestiona una sala de teatro, que es diferente. Desde este punto de vista, no nos interesa la pertenencia o dependencia del campo teatral establecido para subsistir como espacio escénico. Creemos que en las últimas décadas se ha generado una endogamia dentro de la actividad teatral en la Ciudad de Buenos Aires y que, tanto las actividades de muchos espacios como la de muchos artistas, se han detenido más en cumplir con los parámetros de pertenencia de dicho campo teatral que de producir espectáculos de teatro cuyo alcance supere al público estrictamente de teatro. Quienes hacen teatro ven el teatro que hacen los mismos que hacen teatro, y el mismo medio teatral valida o no dicha pertenencia. No nos interesa ese público, en primer lugar porque sabemos que inevitablemente va a acercarse a Garrick. Así que ya es un público asegurado al que no nos interesa apuntar. Nuestro trabajo de militancia está en lograr, espectáculo a espectáculo, evento a evento, y con el paso del tiempo, el acercamiento y la fidelización de un nuevo público. Creemos que los hacedores y las salas deben de dejar de trabajar dicha pertenencia y comenzar a elaborar nuevas estrategias de contacto con la gente que hoy no elige habitualmente la opción de consumir un espectáculo teatral entre sus opciones de entretenimiento u ocio. Uno se pregunta: ¿es posible lograr esto?, ¿cómo hago para que una persona que no está habituada a ir al teatro pueda, con el tiempo, volver a tenerlo en cuenta como opción segura? Es una tarea a largo plazo. Y en eso creemos. Entendemos que en los tiempos que corren, los artistas o proyectos a corto plazo no tienen relevancia ni futuro alguno. Y el sistema se ha acostumbrado a trabajar y producir para resultados “cortoplacistas”. ¿El costo? Muchos productos, la mayoría de ellos disfuncionales en su producción, no necesariamente de buena hechura y muchas veces con más trabajo y desgaste que provecho artístico y laboral. Aparte, un público que asiste a espectáculos que muchas veces no son de su agrado o cuyos lenguajes dejan fuera la posibilidad de que ese espectador quiera decidir en el futuro volver a una sala de nuestras características.
-¿Entonces?
-Creemos en transitar el diálogo con la gente común. Con salir a la calle y retomar ese trabajo de intercambio real, del artista que construye su relación con su futuro espectador, de una sala que dialoga con su entorno y que hace valorar, desde su diálogo y su propuesta artística, que el hecho de elegir salir a ver un espectáculo de teatro tiene un valor humano, cultural, social y universal muy fuerte... Siempre y cuando nosotros, dentro de nuestro espacio, hagamos las cosas para que ese trabajo tenga su fruto. Creemos que nuestro trabajo y la actividad artística deben relacionarse profundamente con la calle. Es por eso que dentro de las actividades principales proponemos la Ciudad Escenario. Allí, fuera de nuestro espacio en Caballito, suceden más cosas y transita más gente. En la calle, en el afuera, están la mayoría de los artistas y público. Allí afuera está toda la otra gente que necesita expresarse por medio de un lenguaje artístico. Hay mucho material para trabajar. No creemos que nuestra actividad deba suceder protegida en nuestro refugio de la avenida Avellaneda. Nos parece en algún punto, incompleto y temeroso.
- A otros dueños de salas les hice esta pregunta. Me gustaría saber su opinión también. Hasta hace muy poco cerraban y cerraban espacios. Actualmente parece todo lo contrario. ¿Por qué?
-Respecto de nuestra forma de pensar, es difícil esta respuesta sin entrar en debate.
Hay quienes afirman que estamos pasando por una maravillosa etapa en lo que respecta a la actividad teatral. Para nosotros es una etapa necesaria, pero no necesariamente buena. Hay mucho teatro, muchas producciones, pero se ha dejado de lado el aspecto social de nuestra tarea. Cuando nos referimos a la tarea social no estamos hablando necesariamente de hacer beneficencia. Creemos que hay poco compromiso desde la actividad teatral con la gente, sea ésta o no de la actividad misma. Nuestro hacer se ha transformado en cerrado y elitista. Al teatro asisten, en su mayoría, hacedores de teatro o gente afín a la actividad. Se piensa, se produce, se difunde, se convoca, se critica y se crea, en su mayoría, para obtener un lugar de pertenencia en el campo teatral establecido. Es verdad que se abren muchos espacios (no los llamaremos teatros). Algunos están bien pensados, otros algo pensados, otros están abiertos y uno no entiende cómo. Otros se abrieron como salas de ensayos privadas y se quieren transformar en salas de teatro. Se abrieron espacios, muchos espacios, pero en pocas oportunidades parece haber habido detrás de ese proyecto trabajo sobre el marco ideológico que sustente a largo plazo un proyecto cultural. Abrir un espacio es tan fácil como juntarse con dos o tres amigos más y subalquilar el espacio para ensayos y los fines de semana programar espectáculos propios y de otros. ¿Es eso malo? No necesariamente, siempre y cuando mi proyecto personal y expresivo no atente contra la seguridad del público que asiste al mismo. Identificamos que hay muchas salas nuevas, pero eso no garantiza necesariamente un buen funcionamiento de la actividad teatral, tanto de los hacedores como de quienes gestionan las salas. Faltan propuestas a largo plazo. Faltan espacios creados por gente que piense a futuro y no solamente en satisfacer su actual necesidad de tener una sala. Creemos que hoy en día, sin ideología, abrir un espacio no es necesariamente provechoso.
-¿Cuál es el criterio para la programación de Garrick?
-No pretendemos hacer de Garrick un espacio que solamente programe obras de teatro alternativo-off-independiente. Buscamos ofrecer en nuestra sala diferentes propuestas y lenguajes. Buscamos programar espectáculos de teatro, baile, magia, canto, música, títeres, clown, performance, lenguaje audiovisual y otros lenguajes del arte, para todas las edades y públicos, incluidas escuelas. Desde Garrick proyectamos ciclos de géneros teatrales, festivales, maratones fotográficas, presentaciones de libros, presentaciones y exposiciones de artes plásticas, entre otras actividades. Buscamos una programación variada y de buena elaboración. El criterio de programación es amplio, pero lo que priorizamos es la conceptualización del espectáculo por parte de sus hacedores, los aspectos de logística y producción y las propuestas de difusión y promoción del mismo. Nos interesa que los espectáculos y artistas que trabajen con Garrick tengan un buen diseño de producción y las ganas de mejorar su producto con nuestra experiencia conjunta. Garrick propone a los artistas un trabajo conjunto, poniendo en práctica herramientas de producción, creación y técnicas en la búsqueda de un producto profesional y de alta calidad, con el objetivo de brindar al artista y al espectador un nuevo espacio de expresión y reflexión social. No somos rentadores de espacios de representación. Cobramos un borderaux y el mismo se divide entre la sala y el artista. Nosotros trabajamos por lo que nos corresponde. Por eso proponemos al artista una asociación con Garrick. Su producción y nuestra producción se asocian para el mejor rendimiento del espectáculo y el espacio para con el público. Trabajamos a la par de las compañías y los proyectos, proponiendo y accionando en las diferentes instancias para mejorar el producto en nuestro espacio y no dejar librado al azar ningún detalle que pudiera perjudicar a nuestro espectador, a nuestros proyectos y nuestro trabajo. Nos asociamos en la difusión, la promoción gráfica y el mejoramiento del producto.
No somos comerciantes de paredes ni productores con dinero. Trabajamos con la gente.