Tribus

Guille (Gerardo Otero) es parte de una familia poco convencional y curiosa, integrada por Betty (Miriam Odorico) y sus otros dos hijos Vanina (Maruja Bustamante) y Daniel (Lautaro Delgado), quienes son gobernados por la filosa conducción de Jorge (Patricio Contreras), el patriarca de esta tribu singular, con su propio lenguaje, reglas y humor. Uno puede ser tan directo y mordaz como quiera, tan posesivo y demandante como quiera y tan crítico de los demás como se le antoje; ya que en esta familia las discusiones son ni más ni menos que una demostración de amor. Después de todo, quien no haría lo que sea necesario por un padre, una madre o una hermana.
Pero Guille se está volviendo sordo, a pesar de ser el único que en realidad escucha en esta familia. Y cuando conozca a Cinthia (Viki Almeida), sorda también y quien lo iniciará en el lenguaje de señas, Guille decidirá que finalmente quiere ser oído. ¿Podrá hallar una voz propia?
TRIBUS nos sumerge en un fascinante retrato sobre la pertenencia familiar y las dificultades para comunicarnos y entendernos. Y más aun, es una exploración sobre como la personalidad se forma - o es juzgada - según a que comunidad formemos parte.

Luego de las exitosas temporadas en La Plaza de La Omisión de la Familia Coleman y El Viento en un Violín; el Paseo La Plaza y Timbre 4 redoblan su asociación creativa para coproducir el estreno en Argentina de TRIBUS, la comedia sensación del nuevo teatro inglés y que ha revolucionado y cautivado a públicos de todos el mundo.

REFLEXIONES DE CLAUDIO TOLCACHIR

Hace tiempo veníamos fantaseando con la idea de coproducir entre Timbre 4 y La Plaza un proyecto diferente. Estuvimos buscando material, que es sin duda la tarea más compleja, leyendo diferentes obras hasta que apareció TRIBUS y todos sentimos que era la obra que queríamos hacer. Una historia diferente, atractiva y profunda.
Creo que tanto la obra como el elenco aportan a la cartelera un color novedoso, un aire nuevo. Y eso siempre es motivador. Desde la primera lectura, TRIBUS se me reveló como una obra intensa, cínicamente divertida, profundamente humana. Es una partitura perfecta, que permite muchas lecturas y que pone el foco en cuestiones esenciales como la comunicación, la pertenencia a un grupo o tribu, la aceptación de la particularidad de cada ser. Todo enmarcado en ese rito tan conocido como es el mundo familiar como excusa para hablar de un comportamiento social.
Es genial en esta obra como despliega sus temáticas volviéndose cada vez más abarcadora y humana: Nos encontramos con un hijo sordo como expresión de una discapacidad en relación a la comunicación para luego ir descubriendo que en esa "familia" las discapacidades son de todos, diversas y complejas. Y que la comunicación es una discapacidad compartida por todos de diferentes maneras.
Nos plantea también la idea de pertenencia como una contradicción. Pertenecer siempre tiene sus privilegios, nos tranquiliza. Pero nos obliga también a separarnos, a no aceptar la diferencia en pos de quedar dentro del grupo. Aun en su afán por no sentirse parte de ninguna tribu (sordos, intelectuales, cultos, religiosos); esta familia construye su propia tribu sin dejar entrar ni salir a nadie.
Es tan consolador reírnos juntos de los diferentes, nos da la perversa tranquilidad de no ser del grupo de los excluidos. Nos volvemos pre juiciosos, cerrados, limitados. Ese aprendizaje se trasmite de padres a hijos, de maestros a alumnos. Y la desesperación por no quedar afuera nos lleva a levantar banderas injustas que terminan por representarnos.

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