El Nombre de la Luna

En la oscuridad de su habitación, ella creó un universo propio.

Sinopsis

Una niña se encierra en su habitación para no salir más. Dentro de esas paredes que la apartan del mundo, crea un universo propio donde la fantasía se impone sobre la realidad, en el que imágenes y leyendas cósmicas ayudan a transcurrir el tiempo. Un día, decide compartir su historia. A través del montaje de un video casero, evocará las escenas que reconstruyen el testimonio de un desencanto final.

Sobre la obra:

Presos de educaciones rígidas y entornos extremadamente exigentes, cada vez más adolescentes en el mundo, suelen recluirse en sus habitaciones. Las únicas ventanas al exterior son la computadora, la música y a veces, la televisión. En Japón, se les ha dado el nombre de Hikikomori a chicos y chicas que han abandonado el mundo, la escuela, la universidad, su familia y amigos para refugiarse en la penumbra de su habitación. Algunos lo hacen durante meses, otros durante años y hay quiénes han llegado a estarlo durante décadas. Agentes de su propia marginación, van reproduciendo una subcultura silenciosa que parece ser un síntoma de época.

Muchos asocian esta condición a las presiones sociales y a la incapacidad de lidiar con ellas, otros también, a los cambios de sociabilidad que proponen las redes sociales: conexiones virtuales que promueven el encierro sobre nosotros mismos en lugar de fomentar la apertura hacia los otros.

La obra, escrita a partir de la lectura de manuales de los años 60 que enseñan a las niñas cómo convertirse en adolescentes ejemplares, narra la historia de una pre-adolescente que intuitivamente confronta con estos mandatos. Protocolares, estéticas, sexuales y morales estas normas presentadas en forma de consejos, representan un modo estricto de concebir a las mujeres.

Inspirado en la técnica literaria del monólogo interior, el texto invita a sumergirse en la intimidad de su protagonista: su conflictiva relación con la educación recibida, la persistencia de mandatos que creemos perimidos, los dolores del crecimiento, las cavilaciones del despertar sexual y la desilusión del mundo al que creía pertenecer.